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Ante un único desafío

Antoni Riera Font, director de Impulsa Balears y catedrático de la UIB
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Desde la Fundación Impulsa Balears llevamos años afirmando que Balears necesita recuperar la competitividad como nueva fuente de crecimiento. Ello sigue siendo cierto hoy en día, a pesar de que el archipiélago crecerá, de nuevo, durante este año por encima de la media europea. Y es que, detrás de los diferenciales de crecimiento se esconden no solo cuestiones coyunturales que derivan de la situación económica de cada momento, sino también cuestiones estructurales que apelan a diferenciales de competitividad y que condicionan el crecimiento durante largos periodo de tiempo. No en vano, erosionan el crecimiento potencial del archipiélago y exacerban los desequilibrios internos de la eurozona. Es por ello que abordar estos diferenciales de competitividad es clave, no solo para garantizar las legítimas aspiraciones de bienestar de los ciudadanos de Balears sino también para mejorar las perspectivas de la UE-27.

La competitividad tiene que ver esencialmente con la productividad. Con la productividad aparente del trabajo, pero, sobre todo, con la productividad total de los factores de producción. Se trata de medir cuánto produce cada trabajador por hora trabajada y cuánto produce la economía balear en su conjunto al combinar todos sus recursos: mano de obra, capital físico (maquinaria, equipamientos, instalaciones…) capital natural, capital humano, capital tecnológico... Sea cual sea la medición que se efectúe en este sentido, salta a la vista la gran brecha que separa Baleares del set de regiones europeas con las que ahora comparte, o tiempo atrás compartió, un mismo nivel de desarrollo.

Cabe señalar que, a efectos de competitividad, no importa tanto cual es el nivel de productividad balear en un momento dado ni tan siquiera cual ha sido su evolución, sino que lo verdaderamente relevante es compararla con el resto de regiones con las que competimos. Y los datos, en este sentido, son abrumadores. Basta decir que, desde el comienzo del nuevo milenio, en Balears, la productividad media por trabajador se ha reducido en términos reales un 5,6%, mientras que para el conjunto de la UE-27 ha aumentado un 16,1%.

De cara al futuro, a medida que la población envejezca o la capacidad de carga poblacional alcance su techo, será cada vez más necesario aumentar la productividad para compensar las pérdidas resultantes de la reducción de la población en edad de trabajar. De hecho, según las últimas proyecciones efectuadas por el INE, ésta se reducirá en 1,8 puntos porcentuales en los próximos 15 años (67,4%; 2037 vs 69,2%; 2022). Pero, ¿podemos lograrlo?

La respuesta es claramente afirmativa y a ello contribuirá, sin duda, que Balears participe cada vez más del Mercado Único Europeo. Muchos productos siguen organizados en gran medida en líneas locales y nacionales, donde el tamaño medio del mercado es bajo. Esta es, sin duda, una de las herramientas más poderosas para estimular la competitividad. No solo para Balears sino también para Europa. Una mayor integración del mercado aumentaría los beneficios de la ventaja comparativa a través de la especialización, estimularía la competencia, recompensaría la calidad, promovería las sinergias y la innovación…

Para ello, sería conveniente que Balears introdujera políticas para aliviar la excesiva regulación del mercado de bienes y servicios. Una mayor competencia en el mercado es esencial para apoyar la innovación y la productividad. Hay espacio para más acciones sobre todo en aquellas áreas donde hay más oportunidades de crecimiento y empleo.

No menos importante es estimular la innovación, no solo para la mejora de la productividad sino para lograr un crecimiento sostenible a largo plazo. Más aún en una región como Balears donde el gasto en actividades de I+D representa tan solo el 0,48% del PIB, muy por debajo de la media de la UE-27 (2,26%). Invertir el 3% del PIB en I+D, debe ser una prioridad, especialmente en relación con la economía del conocimiento que, en sí misma, es una importante fuente de crecimiento para economías de servicios como la nuestra.

Disponer de una fuerza laboral altamente calificada y educada es clave para impulsar la innovación, la productividad y el crecimiento a largo plazo y, sobre todo, para reducir las desigualdades sociales. No en vano, Balears se sitúa entre las 25 regiones europeas donde un menor porcentaje de la población activa ha finalizado, como mínimo, la educación secundaria. Cabe mejorar la educación y la capacitación para garantizar que las habilidades de los trabajadores coincidan con la demanda laboral. La educación también es crucial para garantizar la igualdad de oportunidades para los grupos sociales desfavorecidos, incluidos los jóvenes, de modo que estén equipados con las habilidades necesarias para competir en el mercado laboral.

En este quehacer, los mercados laborales juegan un papel central en el apoyo al crecimiento. Aumentar el número de trabajadores participantes y garantizar que sus habilidades se utilicen bien, fortalece el crecimiento potencial. La experiencia de los países de la OCDE sugiere que la negociación salarial descentralizada puede ayudar a que los salarios reflejen mejor las ganancias de productividad.

Importante es también revisar el sistema fiscal. Existe margen para reasignar la carga fiscal de las rentas del trabajo y del capital hacia impuestos al consumo, la propiedad y los impuestos ambientales, lo cual resultaría altamente beneficioso para el impulso de la competitividad regional.

Por último, más allá de activar estas palancas, sin duda lo más importante es contar con un fuerte liderazgo; una comunicación eficaz orientada a ganar apoyo entre la población, especialmente para aquellas políticas con efectos negativos o cuyos resultados se sitúan en el largo plazo; y elevadas dosis de firmeza y perseverancia para avanzar en una visión-región compartida. Se trata, sin duda, de un desafío demasiado importante para abordarlo con urgencia. Tiene que ser planeado, promovido y ejecutado impecablemente.

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